La tabla de Flandes

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Tengo una sensación extraña al definir a Arturo Pérez-Reverte como escritor. Como articulista no me convence en absoluto. Me parece que escribe con un punto de sabiondez y pedantería que no lo aguanto. Por no mencionar eso de insultar a diestro y siniestro. Como novelista, en cambio, sí que tengo bastante aprecio por él. A decir verdad esta novela de la que voy a escribir, como El maestro de esgrima me parecen fantásticas.

El argumento de este libro tiene como eje central un lienzo de Peter Van Huygs titulado La partida de ajedrez que llega a manos de Julia, una restauradora de obras de arte. El tener que estudiar en profundo la obra para su restauración abrirá caminos incompresibles para Julia, que se verá ayudada por un anticuario amigo suyo y un gran jugador de ajedrez entre otros.

Lo mejor de este libro es que no puedes dejar de leerlo, siempre quieres saber qué ocurre y llegar un poco más lejos. Y no importa que no sepáis nada de ajedrez; conozco a gente que se lo ha leído sin saber ni los movimientos de las piezas. En esto sí que le doy un gran mérito a Arturo Pérez-Reverte: escribir un libro en el que el eje es el ajedrez y la pintura y hacer que incluso a gente que desconozca esas materias les parezca interesante está a la altura de muy pocos escritores.

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